A fines de los 80 los estudios Disney no atravesaban su mejor momento después del fracaso de su cinta “El caldero Mágico”. Sin embargo, la decisión, aceptada casi a regañadientes por la gerencia, de adaptar a animación el cuento “La Sirenita” ( 1837) de Hans Christian Andersen sobre una joven sirena dispuesta a cambiar sus 500 años de longevidad a cambio de un par de piernas humanas y así conocer el mundo terrestre, fue en definitiva la jugada salvadora que los salvó de la bancarrota, logrando un éxito que dio paso a la nueva era dorada de la Casa del Ratón.
Siguiendo la senda iniciada hace una década de realizar live actions ( o concretamente más bien remakes con actores de carne y hueso) de sus cintas más populares como “Aladino” o “La bella y la bestia”, cuatro años atrás se anunció el live de “La Sirenita”, con la actriz y cantante Halle Bailey en el rol principal. Un anuncio polémico que dio paso a toda clase de controversias, debido a que la artista, por ser de color, no calzaba con la imagen a esas alturas icónica de la sirenita animada: caucásica y de resplandeciente cabello rojo.
Esta semana se estrenó en todo el mundo la nueva versión y la respuesta a la pregunta de si valió la pena tanta polémica se contesta sola. La verdad es que estamos ante otro remake que, aunque intenta innovar en algunos aspectos (música, estética, argumento) no logra despegarse del original y fracasa estrepitosamente en crear su propia identidad, configurando otra oportunidad desperdiciada de ofrecer algo nuevo, tal como le pasó a la mayoría de sus predecesoras.
La historia es básicamente la misma: la joven princesa Ariel, hija del Rey del Mar, obsesionada por el mundo de la superficie y cierto joven príncipe terrestre, hace un trueque con la bruja Úrsula donde a cambio de poseer forma humana durante tres días deberá entregar su magnífica voz de sirena, lo que se convertirá en un obstáculo para consumar el beso de amor verdadero que le otorgue la felicidad, un concepto muy arraigado en el imaginario Disney.
Así, el cambio de etnia de la protagonista es lo de menos en una cinta donde lo que mejor funciona son las secuencias extraídas del filme animado de 1989 y poco más. Los efectos computarizados del mundo marino dejan bastante que desear pues sin ser malos pecan de artificiales, clausurando cualquier asomo de credibilidad en un cuento de hadas donde la fantasía debe ir de la mano con cierto grado de verosimilitud. Una cosa es ver un ave marina hablando (Scuttle) y otra muy distinta es verla conversando largos minutos bajo del agua como si tal cosa con sus contrapartes oceánicas. Tampoco ayuda el diseño de los personajes 3D, poco expresivos y rotundamente feos.
Los números musicales recordados por todos “Part of your world” de Jodie Benson (que hace un cameo) o “Under the sea” (ganadora del Oscar) siguen estando ahí pero lucen descoloridos en su traspaso a acción real y algunos temas nuevos, como el solo del príncipe Eric (Jonah Hauer-King) o un rap que ejecutan los amigos de Ariel, extrañamente incluido en un momento de elevada tensión dramática, son realmente malos.
Actores importantes como Javier Bardem (Rey Tritón) o Melissa McCarthy (Úrsula) cumplen lo justo y necesario con sus estereotipados roles, con Bailey cargando sobre sus espaldas gran parte de la película y donde su desempeño histriónico al perder su bella voz decae notoriamente en relación a la primera parte del filme (en donde brilla), ya que sus expresiones faciales no logran comunicar los derroteros emocionales de su personaje. Tampoco la ayudan ciertas decisiones poco comprensibles del guion, como un segundo hechizo de Úrsula (¿un bonus?) para que olvide el beso de amor. ¿Era necesario ese giro que aparte de confuso no aportaba nada a la trama?
Los demás temas propuestos: humanos y seres marinos como razas antagónicas, muerte de la madre de Ariel, anhelos de independencia de Eric, etc., son apenas esbozados para ser rápidamente olvidados en prosecución de la acción y más (pero no mejores) números musicales.
Cuando llega el final y la hora de cerrar el espectáculo, esta decisión pasa la cuenta, pues el desenlace es poco emocionante, además de apresurado, con frases kliche que contrastan con las prometedoras palabras que inician el filme, en un emotivo homenaje a Hans Christian Andersen: “Una sirena no tiene lágrimas y por eso ella sufre mucho más”.
Título original: The Little Mermaid
Dirigida por: Rob Marshall
Duración: 135 min.
Nacionalidad: USA
Actores:
Halle Bailey, Javier Bardem, Melissa McCarthy, Jonah Hauer-King, Daveed Diggs
Foto: Walt Disney Pictures