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SOLUCIONES DE INGENIERÍA IMPLEMENTADAS POR LA EMPRESA NACIONAL DRIPSA DISMINUYEN CASI A CERO LA PÉRDIDA DE AGUA EN CONDUCCIÓN EN PREDIOS AGRÍCOLAS

Los especialistas reemplazan los tradicionales canales por tuberías y sistemas de bombeo que evitan la fuga del recurso hídrico cuando éste se traslada de un punto a otro.

Aunque la mayor parte de los proyectos se enfocan en la producción de alimentos, también se materializan obras con fines habitacionales, viviendas y agua potable rural.

Actualmente, más de un billón de personas en el mundo viven en áreas con un importante déficit hídrico. Chile no es ajeno a esta problemática, que afecta no sólo a la actividad productiva sino también al abastecimiento de agua potable para consumo humano. Por ello, la gestión eficiente de los recursos hídricos se ha vuelto una prioridad a nivel país, dando paso por ejemplo al desarrollo de soluciones para reducir la fuga de agua. En ese contexto, hoy existen proyectos de ingeniería en predios agrícolas, implementados por la firma nacional Dripsa, que permiten disminuir casi al cero por ciento la pérdida de agua en conducción, es decir, cuando el flujo debe trasladarse desde un punto a otro comúnmente a través de canales. Para ello, la empresa especializada en gestión hídrica instala mecanismos de bombeo y tuberías que otorgan la máxima eficiencia en relación a los tradicionales sistemas utilizados en la industria.

Marco Quezada, gerente técnico de la compañía chilena explica que un canal de tierra puede perder hasta el 50% del agua en conducción, dependiendo de la textura y permeabilidad de suelo con la cual se construyó el canal (si hay mucha arena, mayor será la pérdida). En este proceso los motores de bombeo cumplen un papel fundamental, pues no solo disminuyen la pérdida del recurso hídrico, sino también son energéticamente eficientes.

“El líquido percola bajo la tierra y se pierde para su uso, pero nosotros a través de la tubería convertimos esa pérdida prácticamente en cero. Y lo segundo relevante de estos proyectos es la eficiencia energética: los motores del sistema de bombeo impulsan los volúmenes precisos, calculados de forma ingenieril, bajando significativamente los costos operacionales y el gasto de kilowatt hora por litro de agua”.

El especialista subraya que las nuevas tecnologías de bombeo en obras de este tipo (nueva materialidad de tuberías, variadores de frecuencia y partidores suaves) contribuyen a alcanzar una altísima eficiencia energética. Aunque la mayor parte de las iniciativas que materializa Dripsa se enfocan en la industria de la producción de alimentos, la tecnología también puede contribuir a obras de tipo habitacional, en viviendas y agua potable rural.

¿Por qué conducir el agua?

Las obras de conducción no solamente se usan para bombear el agua en el momento exacto del consumo, sino también, por ejemplo, para llevarla desde un pozo o un afluente natural hasta un tranque acumulador, donde sea más accesible para ser repartida hacia las plantaciones. En el caso residencial, en tanto, se pueden derivar hacia plantas de tratamiento y, desde ahí, distribuirse a los hogares.

“En agricultura movemos el agua principalmente de ríos, pozos y canales hasta reservorios hídricos donde podamos tener recursos a disposición para los equipos de riego durante dos, tres o cinco días, sin depender del flujo constante. Además, hay que considerar que habitualmente los cultivos y la fuente de origen nunca se encuentran una junto a la otra”, detalla Quezada, quien durante los últimos 25 años ha conocido la evolución de este mercado.

El motor toma el agua y la impulsa gracias a la energía eléctrica (generada por fuentes convencionales o renovables) a través de tuberías elaboradas por distintos materiales (PVC y HDPE). El punto de llegada se encuentra a una larga distancia o incluso en altura, por lo cual los mecanismos de control y telemetría (sensores que comunican electrónicamente los diferentes dispositivos de un sistema) son vitales en términos de eficiencia y confiabilidad.

El gerente técnico de Dripsa resume que, en definitiva, la telemetría permite llevar un balance hídrico, es decir, saber cuánta agua entra y sale, o de cuántos litros dispongo y cuántos de estos consumos. “La telemetría y los mecanismos de control ayudan a llevar registros precisos para hacer un mejor uso de este vital elemento. Los sistemas pueden ser a través de internet o de radio, y contribuyen a controlar los flujos y volúmenes, los niveles de los tranques y diversos parámetros para determinar el costo de cada litro”.

Cada vez más al sur

Cada proyecto de conducción de agua es una obra a cien por ciento a medida. El trabajo comienza con una evaluación preliminar, donde los técnicos de Dripsa determinan la demanda hídrica de los cultivos. Para ello se realiza un estudio topográfico, que provee la información para definir las características de los equipos de bombeo y las tuberías que se utilizan en las obras. También para la tecnología con la que harán el monitoreo y control del proceso.

Marco Quezada afirma que hoy este tipo de iniciativas se llevan a cabo incluso en Puerto Montt. Si antes los requerimientos se enfocaban en la zona norte y centro, la sequía que afecta al país hace de la infraestructura para la conducción de agua algo cada vez más necesario. Para hacerla aún más eficiente, los agricultores están demandando sistemas de telemetría más sofisticados, capaces de levantar mejores datos para la toma de decisiones.

“Este tipo de tecnología es vital, porque a través de las conducciones y todas las innovaciones tecnológicas que uno puede hacer podemos llevar el agua desde donde hoy no hay disponibilidad hasta zonas afectadas por la sequía. Los predios no disponen de la misma cantidad de agua que hace tres años, con napas que suben y bajan. Por eso, es vital hacerlo en forma eficiente, controlada y con datos de mejor calidad”, concluyó el gerente técnico de Dripsa.

La industria agrícola es el principal consumidor de agua en Chile, con cerca de un 73% del total del recurso hídrico, lo cual abastece a más de 900 mil hectáreas cada año. Sin embargo, las zonas rurales, donde se ubican la mayor parte de los cultivos en Chile, es la que tiene más problemas para acceder al suministro en el actual contexto climático, con una sequía que se extiende desde Atacama a La Araucanía.

 

 

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